Nadie se movió de su asiento visionando el largometraje documental que Mireia Sallarès ha realizado en México, Las Muertes Chiquitas. Un trabajo que dura algo más de cuatro horas, condensando tal profundidad que es imposible dejar de notar el aliento de las más de treinta mujeres entrevistadas que toman la palabra. El estreno europeo fue en Can Xalant de Mataró, como parte de un taller que la artista llevó a cabo con un grupo de mujeres del barrio. Y puedo asegurar que en aquella ocasión nadie se movió de su asiento viendo el documental, imposible rehuir el magnetismo del brillo de las pupilas de las mujeres que nos hablan.
EL ORGASMO FEMENINO. MIREIA SALLARÈS Y LAS MUERTES CHIQUITAS
PILAR BONET
Nadie se movió de su asiento visionando el largometraje documental que Mireia Sallarès ha realizado en México, Las Muertes Chiquitas. Un trabajo que dura algo más de cuatro horas, condensando tal profundidad que es imposible dejar de notar el aliento de las más de treinta mujeres entrevistadas que toman la palabra. El estreno europeo fue en Can Xalant de Mataró, como parte de un taller que la artista llevó a cabo con un grupo de mujeres del barrio. Y puedo asegurar que en aquella ocasión nadie se movió de su asiento viendo el documental, imposible rehuir el magnetismo del brillo de las pupilas de las mujeres que nos hablan.
Este trabajo audiovisual forma parte de un proyecto más amplio que la artista ha realizado durante varios años en México y que se titula Las Muertes Chiquitas en referencia a los orgasmos femeninos. La obra teje voces de más de 30 mujeres de diferentes zonas del país; mujeres de diversas edades, estratos sociales, profesiones y religiones. Durante muchos minutos, que no se hacen eternos sino intensos, las mujeres hablan acerca de su experiencia sobre el sexo, la muerte, el amor, la familia, el orgasmo, la guerrilla o la prostitución, como si se tratara de una conversación, a solas, con cada uno o cada una de nosotros.
Nadie se movió de su asiento visionando el largometraje documental que Mireia Sallarès ha realizado en México, Las Muertes Chiquitas. Un trabajo que dura algo más de cuatro horas, condensando tal profundidad que es imposible dejar de notar el aliento de las más de treinta mujeres entrevistadas que toman la palabra. El estreno europeo fue en Can Xalant de Mataró, como parte de un taller que la artista llevó a cabo con un grupo de mujeres del barrio. Y puedo asegurar que en aquella ocasión nadie se movió de su asiento viendo el documental, imposible rehuir el magnetismo del brillo de las pupilas de las mujeres que nos hablan.
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