"Toro y Condor" Guayasamín |
De las herencias[i]
10.000 millones
de años después del amanecer de la humanidad. Año 1439 en el calendario
gregoriano, 4.553 de la cuarta era de la gran cuenta larga. Icha Siguasinza,
mujer muisca, se despierta 1 hora antes del crepúsculo a moler maíz para la
comida del trabajo. El territorio es suyo, les ha costado muchas guerras. Los
frutos de la tierra son de todos, todas, las semillas son infinitas como el
conocimiento ancestral. Somos seres del maíz, dicen, y hay tantos maíces como
seres en la tierra. El hambre es excepción de guerras y sequías.
Año 1.612 en el
calendario gregoriano, 4726 de la cuarta era de la gran cuenta larga. Herminia
Cogua se levanta 2 horas por delante del crepúsculo. Muele el maíz para la
comida de los terrajeros y amasa el trigo para el pan de los amos. Tiene el
privilegio de vivir en la casa grande y servir a los señores Valencia. Las
sabanas dejaron de ser de su pueblo, su territorio lo mutilaron, ahora le
llaman resguardo y queda arriba, escalando montaña. Ha aprendido de Dios y la
herejía de sus usanzas. Ella vive bien, su gente sufre hambre y trabajos que
castigan el cuerpo y entristecen el alma.
Año 1.852 del
calendario gregoriano, año 4.966 de la cuarta era de la gran cuenta larga.
Rosalba Mosquera se levanta con el crepúsculo. Reúne madera y prende la estufa.
Pone a calentar agua para el primer tinto. Desagua la yuca para ponerla a
cocer. Su esposo trabaja en el ingenio, sus hijos también desde los 12 años.
Tiene miedo por ellos, desde la tarde de ayer el compadre Manuel está en el
cepo, que por insurrecto, que por negro. Siente el frío colarse entre los
huecos de la pared de barro de la cocina. Atrás tiene una pequeña huerta con un
plátano, unas yucas y hierbas para la medicina y la sazón. Si tan sólo tuviera otro
poco para sembrar como se debe. El hambre no existe, porque no se conoce nada
distinto.
Año 1.933 del
calendario gregoriano, 5.047 de la cuarta era de la gran cuenta larga. Mariela
Díaz Piracún se levanta una hora antes del crepúsculo a ordeñar. Tiene un
hermano cultivo de papa y arveja. Este febrero cumplirán 2 años en la colonia y
van a celebrar donde la comadre Magnolia. A buena hora llegó el doctor a
decirnos que la tierra era de quien la trabaja, que no debíamos seguir
trabajando en las haciendas por migajas, que podíamos limpiar monte y ser
libres, vivir de nuestro trabajo. Pero le preocupa su esposo, los
terratenientes dicen ser dueños de la tierra que pisan sus pies y como la
justicia es para los de ruana, nunca se sabe. Ya son varios los encarcelados.
Año 1.954
gregoriano, 5.068 de la cuarta era de la gran cuenta larga. María Vásquez pasa
la noche en vela y observa con nostalgia el crepúsculo. Está escondida con 20
familias más en la escuela veredal. Salieron del pueblo porque advirtieron que
venían los pájaros a cometer las mismas atrocidades de la inspección vecina.
Esperan la mañana para iniciar una nueva marcha con el estómago vacío. Atrás
quedo su parcelita con el café sin cosechar ¿Qué pecado cometieron? ¿Por qué
tanto odio? ¿Cuándo y dónde terminará esto? Siente orgullo por sus hijos,
hablan y la gente los escucha, tan jóvenes se han hecho dirigentes. Pero la
recorre un miedo cuando escucha hablar de las armas, de la necesidad de
conseguirlas para defenderse.
Año 1973 del
calendario gregoriano. 5.087 de la cuarta era de la gran cuenta larga. Odilia
Pascué se levanta con el crepúsculo encima. Sin bañarse se junta con sus
comuneras para preparar las masas y la aguadepanela para la minga de siembra.
Cómo ha cambiado la vida desde las tomas de tierra. Se ve comida, aun cuando
les han tumbado mucha planta antes de la cosecha. El Gobierno les llama
ilegales, les manda el Ejército, la Policía, pero la comunidad dice estar
haciendo valer las normas del Estado y su derecho primero. Al final de la jornada
vendrá una delegación de mestizos, de campesinos, para programar la próxima
toma. Eso la entusiasma, le gustaría participar. Su hermano la motiva cuando
viene del monte, tan educado que se ha vuelto, tan bien parecido que se ve.
Año 1.996 del
calendario gregoriano. Año 5.110 de la cuarta era de la gran cuenta larga. Ana
Cristina Méndez se levanta aún bajo el cobijo de la noche. Rinde dos huevos con
harina, para el desayuno de sus hijos. En esas piensa en toda la plata que
desperdició su marido como raspachín en épocas de bonanza. Esa misma que lo
envolvió en los vicios y la vagabundería y se lo llevó una noche cualquiera de
borrachos. Ya sola, fueron a buscarla y no tuvo otra que irse. Se desplazó
cientos de kilómetros con sus hijos en búsqueda de una familiar lejana. Atrás
quedó su parcela sin título. Ahora tiene un puesto de empanadas y aunque no
tenga tierra, cuando ahorra alguna plata la invierte en siembra de ñame que
luego vende entre sus vecinos. Le preocupa su hijo, el mayor, pronto se gradúa del
bachillerato y ¿qué lo va a poner a hacer? Nunca ha pensado en volver.
Año 2017 del
calendario gregoriano. Año 5 de la quinta era de la gran cuenta larga. Andrea
puede ser bisnieta, nieta o hija de Icha, Herminia, Rosalba, Mariela u Odilia.
También podía llamarse Katherine, Dayana o Carolina. Puede tener raíces indias
o negras sin que se la haya pasado por la cabeza reconocerse como tal. Puede
ser una campesina en proceso de descampenización viviendo en la ciudad donde
cursa su universidad. Una ex miliciana que espera con angustia el devenir de
esta paz, o una indígena de un pueblo en peligro de desaparición, sometido a la
espera eterna de la ampliación de su resguardo. En cualquier caso, la
implementación no les significará mayor cosa. Con lejanía escuchan de ella en
las noticias como una política más de gobierno. Y como tal, desconfían, o
simplemente no esperan nada.
Señores del mal gobierno. Ustedes son también
herederos. Herederos de tradiciones políticas que han frustrado un proyecto de
nación que integre nuestra diversidad. De prácticas que han desprovisto a toda
una generación de expectativas de cambio. La firma de los Acuerdos y los
diálogos en Quito significan para nosotros una posibilidad. Una posibilidad de
despertar, de transición, de una mínima apertura de la democracia, de
dignificar la política y el ejercicio del poder. Con mayor rigor del que
podamos alcanzar, se ha expuesto aquí con suficiencia la tergiversación de los
Acuerdos, la inconducencia de las normas proferidas para atender su espíritu, y
el oportunismo del mal gobierno para incorporar su agenda, la de los poderosos,
la de los menos, ahora con el pretexto de la paz. Condenamos con vehemencia
esta conducta que es contraria en sí misma a la implementación. Advertimos que
no se cosecha paz sembrando más injusticia, que esos palos ya están muy altos,
y los pueblos nos hemos cansado de no esperar.
Celebrando con
ustedes el año nuevo andino, Inti Raymi,
Colectivo Agrario Abya Yala.
[i] Ponencia
de la Colectiva Agrario Abya Yala en la Audiencia Pública en el Congreso de la
República sobre “Implementación de la Reforma Rural Integral y el Plan nacional
de sustitución de cultivos de uso ilícito”, convocada por los y las congresistas
populares Angela María Robledo, Alirio Uribe, Víctor Correa, Alberto Castilla e
Iván Cepeda el 22 de junio de 2017.
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